Comentario
Como ya se ha indicado en el capítulo anterior, el ideal de una paz universal, basada en la difusión, ha distado mucho de cumplirse. Vivimos en una etapa intermedia en que, si ha desaparecido el orden internacional bipolar del pasado, todavía no ha surgido un nuevo orden capaz de imponerse a las fuerzas de la disgregación y de la confrontación. La frase de Chateaubriand ya citada -"Se diría que el mundo antiguo concluye y que el nuevo comienza"- resulta bien descriptiva de la situación presente, pues sensación semejante tiene el observador actual del escenario internacional.
Lo más característico de la conflictividad en el mundo actual es su imprevisibilidad. Precisamente porque el orden mundial de otro tiempo ha desaparecido sin ser sustituido por otro nuevo, pueden surgir países que crean que existe una carencia de reglas tan absoluta que pueden tratar de imponer las propias tomando una iniciativa que cree una situación en apariencia irreversible. Puede dar la sensación de que el mundo se ha convertido de bipolar en monopolar, al menos en lo que respecta a la solución de los grandes conflictos.
Pero, al mismo tiempo, parece evidente que, en lo que atañe a los pequeños, estamos en un mundo mucho más multipolar, porque también es multicivizacional. Utilizando un término que resulta muy expresivo de la localización de una parte de los conflictos actuales, se puede decir que las decisiones políticas se han "balcanizado" y eso encierra un potencial de conflictividad muy grande, aunque al mismo tiempo lejana al holocausto nuclear.
Los conflictos, en efecto, no bordean ese peligro pero resultan mucho más inesperados que en otros tiempos. Pueden, además ser insolubles o permanecer irresueltos porque las reglas del nuevo orden mundial no están definidas por completo. Ello sucede a pesar de que el factor tecnológico establece una distancia tan abismal entre los contendientes que permite la guerra a distancia y con una diferencia enorme entre las bajas padecidas por los contendientes. Pero la victoria militar, aunque resulte abrumadora, curiosamente no tiene eficacia absoluta.
A continuación, examinaremos los dos conflictos que en la década de los noventa atrajeron de forma preferente la atención de la opinión mundial, la Guerra del Golfo y las Guerras de Yugoslavia. Pero también trataremos a continuación de la situación del llamado Tercer Mundo, que, sin duda, encierra todo un potencial explosivo a medio plazo.